Ya han pasado las tres primeras clases de un grupo nuevo y podríamos decir que el hielo YA SE ROMPIÓ, las caras hablan por si solas.
Con Ustedes...la dama del grupo: Silvia, luego el más joven de los varones José Luís. A continuación el más veterano, Raúl y por último el editor de estas fotos, Alberto.
Este fue el primer momento de practica, entre mate cosido, mate y pochoclo. Las caras dicen todo. Se a formado un buen grupo de trabajo que se suma a los del año pasado.
Y es verdad, los grupos se forman solos, van madurando y depurandose con el tiempo. Lo importante es mantener el rumbo y que todos tengan las mismas posibilidades de aprender y llegar hasta donde quieran y con quien quieran. Cada uno sabe hasta donde le da el tranco y es importante asumirlo. Los nuevos te dan eso... de volver a las bases, a lo esencial y volver a enamorarte del bonsái. Los más viejos te piden más, exigen más experiencia, más desafíos. Eso implica eso, saber hasta donde te da el tranco. Saber decir NO SE, o saciar la necesidad del como hacer. De todos modos en ambos casos implica que la escuela de bonsái se base en el trabajo y en la repetición hasta aprehender. De una u otra manera llegamos a la conclusión que debemos hacer bonsái para nosotros, es la única manera de seguir aprendiendo para poder transmitir el conocimiento, partiendo de la experiencia del trabajo, del contacto con los árboles, con la tierra, con nuestro grupo...
No vemos el Sábado...
